Akineh Mohammadi Ashtiani, la mujer iraní que había sido condenada a muerte al ser encontrada culpable por el crimen de adulterio, (incluso cuando ya su esposo había muerto) ha sido recien rescatada de morir lapidada. Pero, si bien ella se salvó (por lo pronto) de morir de una manera tan brutal, (ser enterrada hasta el cuello y recibir pedradas en la  cabeza hasta morir), otras catorce personas esperan su momento en que sus vidas serán cobradas por la «justicia» de esta manera.

Akineh en cierto modo tuvo suerte, pues sus hijos, valientes activistas, se movilizaron logrando un enorme respaldo internacional, para que su sentencia a muerte por lapidación fuera si no removida por completo, por lo menos postergada (es probable que la cuelguen de todas formas) Akineh tuvo la suerte que las miles de mujeres en su pais, ahora muertas, hubieran deseado tener, la suerte que aún estas catorce personas sentenciadas, con un pequeño hilito de esperanza, desean para sí. Al pensar en la suerte de Akineh, me pongo a pensar,  muchísimo más por supuesto, en su mala suerte al haber nacido en un pais tan machista, salvaje (entiéndase salvaje como religioso extremista) e inhumano llamado Iran. Surge automáticamente la pregunta de cuanta suerte tengo yo. Cuanta suerte tiene la mujer boliviana (por lo menos la boliviana, sino la latina, la americana, la europea) de tener la libertad de mostrar el rostro, de casarse y divorciarse cuantas veces quiera, de tener las relaciones que se le apetezcan sin obtener a cambio nada más que miradas reprobatorias de las beatas más viejas del barrio. Libertad de vivir como se debe, de una vida digna, de un trato humano sin importar si eres hombre o mujer. Si bien hay que admitir que falta mucho por andar para ser completamente libres del yugo machista de nuestra sociedad, también hay que admitir que, comparada con semejante barbarismo religioso del islam la sociedad boliviana es una sociedad paradisiaca.

Ahora bien, gracias a esta nota recordé que Bolivia anda en unas relaciones diplomáticas muy buenas con este pais islamista, y me puse a buscar acerca de estos tratados, encontré muchas cosas, (incluidas las «advertencias» de Usa por nuestras decisiones políticas, pero ese es otro rollo) y las más hablan de política y de programas nucleares, de lo cual yo deliberadamente excluyo cualquier opinión personal; encontré por ahí las fotos de nuestras mujeres bolivianas vistiendo turbantes islámicos en un hospital construido en El Alto con financiamiento iraní. ¿Donde está nuestra libertad? me pregunto cual será la reacción de los iranies si, en una visita a su flamantito hospital descubren que esa sexy enfermera divorciada no solo se acuesta con el médico de turno sino que ha estado coqueteando con el que hace la limpieza (si, con el turbante incluido) ¿se les ocurrirá que matarla sería una buena idea? de seguro se les haría agua la boca tan solo de imaginar que lanzan la primera piedra contra su linda cabeza cuyo cuerpo es nada más que la vasta tierra que pronto será regada por su sangre caliente. Pues en Bolivia no somos así, me molestó mucho leer las palabras del presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad en una visita el 2007: «Esta visita es el inicio de relaciones amplias entre ambos gobiernos y ambos pueblos hermanos» pueblos hermanos dice, y me causa repulsión. Bolivia no es ni será hermana de un pais que apedrea a sus mujeres (o/y hombres), indefensas con las manos y los pies atados por la tierra.

Estoy consciente de que aqui en Bolivia tenemos nuestros propios dramas de abuso de poder, claro ejemplo los linchamientos: turbas enfurecidas idiotizadas que sin escuchar razones se regocijan en la violencia. Estamos tratando de superar todo eso, de ser un pais con naciones que respeten la vida por sobre todo, y no vamos a ir para atras. Espero que Evo Morales (a quien admiro mucho por cierto) se de cuenta de lo amoral que resulta ser amiguitos del abusivo, tener relaciones de amistad con un pais tan machista, retrógrada, salvaje y barbárico. Al leer estas noticias, que se pregunte si él condenaría a muerte a una mujer boliviana viuda, por mantener una relación con otro hombre. ¿La condenaría a morir lapidada? ¿Se siente bien sabiendo que su colega presidente aprueba esta forma de justicia? Creo que es momento de pensar.